Con los datos recopilados por Cushman & Wakefield, analizando 2,5 millones de datos de trabajadores de los cinco continentes antes del Covid-19 y otros 1,7 millones de datos de más de 50.000 encuestados en todo el mundo en el actual entorno, determinó que ha cambiado el paradigma que define el lugar de trabajo que evoluciona hacia una red de lugares físicos y virtuales que combina oficina, casa y otros escenarios, creando un ecosistema que proporciona flexibilidad para fomentar la cultura, la productividad y el bienestar.

Las experiencias vividas antes y durante la pandemia generada por el Covid-19, han dejado algunas lecciones y proyecciones importantes:

Se ha aprendido que se puede ser productivo desde cualquier lugar. La tecnología ha permitido ver a la máxima expresión la colaboración productiva de los equipos. No importa que estén en casa, los empleados han mantenido una alta concentración.

La flexibilidad laboral se impone. El 73% de los encuestados cree que su empresa debería usar esta opción y permitir variedad de lugares para interactuar. Además, el 90% siente que en el proceso hay más confianza para que trabajen de forma remota.

“Otro aprendizaje es claro: las oficinas serán parte del nuevo ecosistema. El lugar de trabajo incluirá varias ubicaciones y experiencias que fomentarán la cultura, productividad y bienestar. Allí, las oficinas seguirán evolucionando hacia las nuevas necesidades, permitiendo convertirse en epicentro para fortalecer la conexión cultural, el aprendizaje, el vínculo con clientes y colegas, la creatividad y la innovación”, asegura Juan Carlos Delgado, country manager de Cushman & Wakefield.

Los desafíos del mañana, entre la cultura y adaptación según las generaciones

El trabajo remoto ha traído desafíos importantes para los empleados. La encuesta de Cushman & Wakefield evidenció dos muy importantes para el presente y futuro de los espacios laborales. El primero es que el trabajo remoto ha afectado la capacidad de las personas para conectarse entre sí a un nivel personal.

Solo un poco más de la mitad de los encuestados se siente conectado con sus compañeros, lo que afecta negativamente el vínculo con la cultura empresarial. Ya no están cara a cara para interactuar y crear conexión y aunque siguen experimentando orgullo por trabajar en sus empresas, es difícil mantener ese sentido de pertenencia a la cultura organizacional que se nutre y vive en persona.

El segundo desafío tiene que ver con la forma como las distintas generaciones enfrentan y prefieren el futuro de sus trabajos. La colaboración se ha dado, pero ha limitado las oportunidades de aprendizaje y tutoría informal y el estudio resalta que para las generaciones jóvenes, ha resultado más difícil trabajar desde casa.

El 70% de los Millennials (nacidos entre 1982-1994 aproximadamente) y la Generación Z (nacidos entre 1995 y 2010), manifiestan que les resulta difícil hacerlo, ya que no hay un tiempo fuera del espacio de trabajo, tampoco un corte real entre lo personal y laboral ni una separación natural propia entre el principio y final del día de trabajo, afectando negativamente el bienestar mental y físico. ¿Y qué pasa con los baby-boomers? Este grupo nacido entre 1946 y 1964 por el contrario, evidencia porcentajes más bajos de dificultad al trabajo desde casa.

Otro aspecto interesante del estudio de Cushman & Wakefield tiene que ver con el tiempo dedicado a las actividades fuera del trabajo. Allí, el  XSF@home evidenció que los Millennials tienen menos cortes de trabajo.

Además, todas las generaciones experimentan un problema en común al trabajar desde casa y es el déficit en la conexión. Y mientras que para la Generación Z resulta ser una dificultad el tener un lugar de trabajo inadecuado, para los Millennials y la Generación X lo es también el rol de asistencia y cuidado que deben combinar con sus deberes laborales.

Fuente: Colombia Construye